Dibuja una caricia...

Me he traído mi alma, hasta este refugio de las luces,
he venido a ver como duerme tu paz,
como se hacen tus sueños con el respirar del amor,

sé que permites que la oscuridad de la noche
se prenda de cada una de tus pestañas…
he visto la candidez de tu cuerpo, la he sentido,
y he dejado que se irradiara hasta mi ser,

me he traído a esas ilusiones inadaptadas
que parecían no tener cabida en este mundo,
para que al fin entendieran su naturaleza
y se vieran por fin reflejadas… en un ser humano,

quisiera crearte un otoño con los labios, y languidecerlo,
actuando como si una estación afectase a los besos,
haciéndolos quizá más indolentes, con su propio deshoje…

quisiera, un poco a la vez,
matizarte el término “expresivo”
y hacerlo sin utilizar verbo alguno,
admitiendo así, que su proeza es su existir,

un poco más lejos, en este instante repetido,
mi alma desea un cuerpo,
lo desea...
y clama con su reto a una injusticia,
porque quiere un cuerpo en el que no reside,

desea tenerlo en la razón
con esa pauta extraña y convulsa
en la que versa y descansa la compañía...

el tiempo siempre rema en contra en un abrazo
le hace redimirse, para que no pueda eternizar el momento,
pero ni la distancia más dura logra evitar su transcurso,
y el tiempo da pasos, aunque sean apenas perceptibles,

disminuyen las utopías, aprendo a querer,
percibo como se me engrandecen a los pensamientos,
y hoy, simplemente... comulgo con ellos,

si me dejas uno de tus anhelos más pequeños, el que sea,
se lo mostraré a la primera caricia que se me ocurra,
para que sepa como es... y como debería dibujarlo en tu alma.


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