Clama la sed...

He necesitado volver aquí
después de mil carreteras,

simplemente he dejado solas a mis letras
todo el tiempo que he podido,
días y días, mudas y contenidas,
envolviendo sentimientos complejos,

y me he ido, con la pasión apagada,
cruzando soles de ojos ajenos,
atravesando pequeñas corrientes,

significando ataduras
alimentándolas,
respirándolas…

han sido largas distancias
sujetando mis propias manos,
dulcificando verdaderas extrañezas,

llevando el alma alta y distante
como si fuese a nutrirse del aire
al igual que hacen las cometas,

filtrando palabras de otras naturalezas
a las que intenté hacer mis hermanas…
y me traje sus reflejos en el agua, sin permiso,

porque sabía…
que acabaría teniendo sed
del agua insensata
que drena la locura,

de esos besos húmedos
que ya sin manantial
todavía mojan el alma.

Si la cordura te apelmaza la vida
volviéndola una senda insípida,

y percibes a tus propios latidos
como a los más pobres sonidos,

has de regresar a esos momentos de luz
que más te convirtieron en un ser vivo,

besa de nuevo, aunque sea en la memoria,
los mismos labios que la felicidad conoce,

porque quizá estén ahí por una idéntica razón,
simplemente esperando volver a ser… elementos vivos.