Cuando
se repartió la noche
aún
no besabas a los astros
no
avisaste a mi epicentro
de
que él era la víctima
no
dijiste nada de las olas
ni de
tu visita a Casiopea
apenas
hablaste de la falta de prisa
que
ahora pone cabizbaja a mi ansia
fue
dolor, la nebulosa que te precedía
y
será dolor, la estela de tu lejanía
lo asumo
mientras me trazas una línea
no
importa que sea invisible, en tus párpados
si te
miro y me callo, engullo egoísmo
cierro
un ojo, y todavía me siento en deuda
en ti
aterrizan briznas de luz amarilla
destellos
pobres, ánimas sin sentido
y voy
y te admiro, así de lento cometido
en dádivas
sutiles, por tu ser salpicadas .
.
Dádivas de Casiopea cruzando
ResponderEliminartu firmamento.
Precioso.
Un beso
La belleza detenida en el tiempo.
ResponderEliminarBesos, siempre.
Tu letras son líneas bien visibles.
ResponderEliminarUn abrazo¡