Las cinco en punto...

Te dije que tendría frío, justo a las cinco de la tarde,
y lo he tenido, con la piel erizada, deseando un beso tuyo,

un beso cualquiera, no lo afines, ni lo calcules,
sólo que sea entregable, sumiso y bastante calmo,

mi piel babea vendiendo su calor ronco, cruzando la textura,
me hace tanta falta el aporte de un bautismo de tus labios...

pero quiero esperar, no importa que sea mucho tiempo,
debajo de tus besos siempre había gusanillos de paciencia,

y en este momento casi sagrado, tengo un frío en exclusiva,
que me gustaría que pudieses ver, entender y apreciar,
porque me pertenece con la entrega más ciega que conozco,

y se demora a propósito tu acto más sublime,
dejándome estar expectante, atento de verdad,
como el caldo de cultivo para una vacuna necesaria,

que lo curará todo, cada causa antigua, y cada nueva causa,
el tiempo que se ha roto, los momentos cómplices
y la nada triste, que siempre tuvo sus frescuras,

dame ya ese beso de pequeñas distancias, y de extrañas temperaturas,
porque yo pensándote, te hice un pronóstico que se ha cumplido
y si no comprueba tu reloj, porque son exactamente las cinco en punto.


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