Tiempo femoral...

A veces no vengo… y mi estancia duerme,
la vida la amarra con nudos gordos
la ata, la amordaza, e inmoviliza almas y dedos,

pero siento a momentos, y sin permiso,
confieso que lo hago en lugares inoportunos,
de sombras vagas, y misiones metálicas,

siento sin que me autoricen, y sin la luz adecuada,
lejos de las arenas mojadas, que la bajamar regala,

claro que siento, con esa sencilla parsimonia,
la misma que vive en los corazones callados…
no importa si ha sido impuesta a la fuerza, o elegida,

y siento a borbotones, en raudales internos,
mientras afuera el mundo apenas ocurre
conllevando su extraño peso… en una falsa carga,

sé que mi estancia me espera, en punto y coma,
y que sólo preciso un trocito de tiempo
algo abandonado… que nadie haya querido,

y con ese crédito del dios crono,
podré acercar de nuevo mi corazón a los dedos
y mis creencias a los rayos uva de otras vidas,

no desconfíes de una inestabilidad, porque puede ser buena,
tampoco creas que me he deshidratado en otros desiertos
porque todo se reduce a si llueve en mi reloj interno,

has de saber que cuando menos debo, soy mucho más yo,
y mientras afuera aparento lo que de mí se espera
dentro voy extendiendo los tentáculos de mis propios deseos,

extraño mis pautas cuando las debo, claro que lo hago,
el no poder soñar siempre en entornos favorables
y el tener que obviar que soy más fuerte cuando se me agota.

A veces la fuerza es solo eso… una simple decisión.

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